Artículo por Martín Araque
Uno de los fenómenos más interesantes que vive la industria turística en los años post pandemia ha sido la necesidad de reconexión con el entorno natural. Después del boom que vivió el turismo de proximidad, específicamente el relacionado con experiencias en contacto con la naturaleza a consecuencia de las restricciones de movilidad internacional, el crecimiento del turismo en entornos rurales no ha dado indicios de disminuir. Aunque el gasto en turismo urbano y de costa todavía representan el 88% de los ingresos turísticos, según datos de CaixaBank, el crecimiento del gasto en turismo rural superó cada mes de 2022 y 2023 a sus contrapartes, demostrando este cambio de tendencia en las preferencias de los turistas por una modalidad de turismo alternativo.
El turismo rural, a diferencia de sus contrapartes, es una modalidad de turismo con un eje más sostenible. Aunque existen excepciones, tanto el turismo urbano como el de costa son modalidades que tienden a masificarse y sobre comercializarse, y podrían verse beneficiadas desde un punto de vista sostenible en aplicar prácticas que suelen ser comunes en el turismo rural.
¿Qué es el turismo rural?
Varios autores tienen su propia definición acerca de que engloba el fenómeno del turismo rural. Tal vez una de las más completas y relevantes (aun dada su antigüedad) es de Sharpley (2002) que dice: ¨El turismo rural es un concepto multifacético que abarca una amplia gama de actividades, incluidas estancias y experiencias agrícolas, ecoturismo y experiencias culturales destinadas a promover la economía local y preservar el patrimonio rural ¨.
Esta modalidad de turismo tiene una importancia significativa para las poblaciones rurales, principalmente por los cambios sociodemográficos que se han vivido en las últimas décadas. Según Sánchez y Rodrigues (2020) este entorno se enfrenta a cambios debido al despoblamiento demográfico y territorial, la caída de la población en edad activa, el envejecimiento y abandono de la actividad agrícola, y el turismo rural entra como un instrumento de ¨reconquista¨ de las sociedades agrarias o rurales y como un motor de desarrollo económico.
¿Qué nos enseña el turismo rural?
1. La complementariedad de actividades aporta resiliencia y contribuye a la desestacionalización turística y económica.
El introducir actividades ‘complementarias‘ como lo es el turismo dentro del entorno rural, brinda la oportunidad a la población local de diversificar sus ingresos, brindado resiliencia económica cuando una de sus actividades se puede ver afectada por factores endógenos como la disminución de la demanda turística en la pandemia, o un mal año de cultivo debido a elementos climáticos. Además, esta diversificación permite trabajar diferentes ejes económicos a lo largo del año contribuyendo a la desestacionalización de ingresos a raíz de la mono-actividad, brindando la oportunidad a los visitantes de conocer el territorio a lo largo del año y no solo en temporadas históricamente de mayor afluencia.
2. Si el atractivo se basa en patrimonio cultural, este se revalorizará.
Parte de la esencia del turismo rural es el enfoque que tiene este en experiencias auténticas, generalmente tratándose de contacto con el producto o la cultura local. Brandth y Haugen (2011) hablan acerca de la combinación del patrimonio en su triple vertiente, elementos tangibles, gastronomía y paisaje rural, como el elemento clave de la autenticidad de las experiencias rurales. Dicho de otro modo, la experiencia rural se da a raíz de la combinación de factores patrimoniales, lo que significa que, para la realización de la actividad turística el patrimonio es un factor indispensable que se ha de mantener y proteger. Sims (2009) habla también de la importancia que tiene el patrimonio gastronómico y vinícola en las experiencias rurales ya que integra al agricultor en la cadena de valor del turismo, transformándolo de proveedor a participe.
3. La actividad turística es un motor de educación cultural y protección ambiental.
Como se mencionó anteriormente, el turismo rural tiene el potencial de fomentar la educación cultural pero también de promover la educación ambiental y una forma más sostenibles de vida. Brandth y Haugen (2011) citando a McGehee, 2007; Kuo et al., 2008 y Plaza Gutiérrez, 2016 escriben acerca de cómo dentro de esta modalidad de turismo surgen actividades relacionadas con la producción de alimentos, generalmente de carácter orgánico y respetuoso con el medioambiente que ayudan también a mantener el paisaje rural, y en virtud de sus estructuras físicas y ecológicas forman también un «paisaje cultural».
Podríamos considerar que el atractivo no se crea, como en el caso de un producto turístico en el eje urbano, sino que más bien se ‘aprovecha’, y que, sin la naturaleza, este atractivo deja de existir o se transforma en uno completamente ajeno al originalmente planteado.
Tres lecciones que podemos trasladar a otras modalidades del turismo
1. El cuidado del patrimonio local (costumbres, gastronomía, patrimonio físico).
La actividad turística tiene la capacidad de potenciar y en consecuencia proteger el patrimonio local. Al ‘aprovechar’ el patrimonio local, sin la comodificación de este, las experiencias tienen el potencial de convertirse en más auténticas y diferenciadas, mientras que se convierten en un instrumento protector del mismo.
2. Aplicar una visión de inmersión del turista a territorio y no de adaptación territorio-turista.
Si algo está claro, es que el turismo se trata de experiencias, y estas tienen la capacidad de ser enriquecedoras tanto para los visitantes como también para la comunidad local. Relacionado con el punto anterior, pero haciendo énfasis en la adaptación de la actividad al entorno, podríamos aplicar la enseñanza que nos da el turismo rural incentivando al turista a realizar el ejercicio de inmersión en el territorio en lugar de adaptar el territorio al turista, poniendo en peligro su autenticidad y despojándolo de su esencia.
3. Sostenibilidad como pilar:
Cuando hablamos de sostenibilidad, el turismo rural nos brinda dos aprendizajes importantes, el de la sostenibilidad ambiental pero también la económica. Ambientalmente podemos aprender acerca de la puesta en valor del producto de proximidad, pero sobre todo del cuidado del entorno (como si nuestra actividad dependiese de él). También es importante tomar en cuenta el aspecto económico, que en el caso del turismo rural nos enseña la importancia de la diversificación. Cuando no solo se depende de la mono-actividad, las empresas pueden de cierta forma remplazar la necesidad de atraer por el lujo de escoger.
En conclusión, se podría decir que el turismo rural es una modalidad de turismo que presenta numerosas oportunidades de recuperación y revalorización en la triple vertiente de la sostenibilidad (ambiental, social y económica). Observar las prácticas de este tipo de actividades nos sirve como enseñanza de que el turismo tiene el potencial de ser una relación positivamente simbiótica en lugar de la tradicional y en ciertos casos acertada visión parasítica.
Referencias:
CaixaBank Research. (2023, octubre 18). The rise of rural tourism in Spain: An opportunity for rural development. CaixaBank. https://www.caixabankresearch.com/en/sector-analysis/agrifood/rise-rural-tourism-spain-opportunity-rural-development
Brandth, B. y Haugen, M. S. (2011). Farm diversification into tourism – Implications for social identity?. Journal of Rural Studies, 27(1), 35-44. https://doi.org/10.1016/j. jrurstud.2010.09.002
Kuo, N.-W., Chen, Y.-J., y Huang, C.-L. (2008). Linkages between organic agriculture and agro-ecotourism. Renewable Agriculture and Food Systems, 21(04), 238-244. https:// doi.org/10.1079/raf2006148
Mcgehee, N. G. (2007). An agritourism systems model: A Weberian perspective. Journal of Sustainable Tourism, 15(2), 111-124. https://doi.org/10.2167/jost634.0
Plaza Gutiérrez, J. I. (2016). El valor patrimonial de los paisajes rurales. Algunos ejemplos. En Rebollo, J. F., Cantos, J. O., Hérnadez Hérnadez, M., Morales Gil, A. (Coord.), Paisage, cultura territorial y vivencia de la Geografía. Libro Homenaje al Profesor Alfredo Morales Gil (pp. 343-360). Universitat d´Alacant / Universidad de Alicante, Instituto Interuniversitario de Geografía.
Rodrigues Ferreira, D. I. y . Sánchez Martín, J. M. (2020). La agricultura como producto turís t ico en áreas rurales: Un debate abierto en la literatura. Investigaciones Turísticas (20), pp. 97-123. https://doi. org/10.14198/INTURI2020.20.05
Sharpley, R. (2002). «Rural tourism and the challenge of tourism diversification: The case of rural tourism in the UK.» Tourism Management, 23(2), 133-141. https://doi.org/10.1016/S0261-5177(01)00074-7.
Sims, R. (2009). Food, place and authenticity: Local food and the sustainable tourism experience. Journal of Sustainable Tourism, 17(3), 321-336. https://doi. org/10.1080/09669580802359293